“El protagonista es el alumno”
Queremos
incluir las Redes Sociales en las tareas habituales del curso, trabajar en
proyectos colaborativos, preparar actividades especiales, desarrollar
documentos de trabajo para el trabajo autónomo, invertir el método de clases
(flipped class) preparando con anticipación los contenidos y diseñando nuevas
actividades para las clase presenciales, imaginar tareas y procesos
individuales ajustados a las características e inteligencias de cada alumno,
evaluar a cada uno de ellos según su propio ritmo de aprendizaje. Todo ello construido en un ambiente de
cordialidad y optimismo, enfatizando y premiando siempre los aciertos y
evitando señalar los errores.
Para despertar
el círculo virtuoso: motivación-trabajo-aprendizaje-más motivación.
Estoy
convencido que nuestros alumnos también debieran hacer sus deberes.
No son solo “el
objetivo y el centro” del proceso, deben ser protagonistas. Y trabajar duro.
Les propongo
una tarea:
“Hoy queremos hablar de la importancia que
tiene la motivación, especialmente la motivación de nuestros profesores. Y es
que para mí es fundamental educar a nuestros docentes para que puedan
desarrollar sus capacidades y en definitiva para prepararles y ayudarles a
afrontar y tener una vida mejor.
Como padre y como emprendedor y formador siento de
manera sensible la educación de nuestros profesores y de manera clara la
necesidad de motivarles para que encuentren su propio camino y puedan comenzar
su andadura lo antes que sea posible.
Y es que nuestros profesores tienen un gran potencial,
pero a muchos de ellos les están viniendo momentos de dificultades para las que
nunca se habían preparado. Y es por ellos que lo que puede ser un reto o una
oportunidad, se ha convertido en ira, miedo y mucho dolor tanto para ellos como
para sus familias, así como para el resto de la comunidad educativa.
Estamos en un momento en la que muchas personas no sabemos
qué hacer para motivar a nuestros profesores y sentimos mucha impotencia por
ello.”
La cita es una
transcripción alterada de un excelente texto de Eloy Rubio Aranda, en INED 21, en
donde he cambiado la palabra “alumno” por la de “profesor” y viceversa.
Manos a la obra